Les désirs valent bien un voyage

Recién llegado de las galias y con el inconfundible aroma a mantequilla embotando todavía mis sentidos.
Que decir...podría alabar todas sus ciudades, sus gentes, su cultura, su música, su comida, su arte, su historia...pero se haría pesado e intragable y de poco serviría pues para sentirla hay que vivirla y desde aquí solo puedo acercar una ínfima parte de lo que agurda al otro lado de los pirineos.
De las muchas cosas que he sentido o experimentado en este viaje solo comentaré una que creo, quizás, sea la que más esperanzas me de y la que aviva el fuego que ahora mismo me quema por dentro.
Mas que darme cuenta, he confirmado que, el salir fuera, hablar otro idioma, conversar con otras personas o acercarte a otra cultura te ayuda no a darte cuenta de tu futuro y de tu destino sino más bien de cual es el destino o el futuro que no quisieras llegar a labrar y, definitivamente, yo no estoy echo para ser hombre de una sola patria.
Si permaneciese por siempre aquí únicamente soñaría con una pequeñisima parte de lo que aguarda afuera para ser descubierto y ya ni siquiera me conformó con soñar: necesito ser un noctámbulo sin rumbo, sin bandera ( y por desgracia con mucho dinero).
Creo que lo necesito para poder seguir creciendo por dentro.
Como un día lei lo especial del insomnio, contra lo que muchos creen, no es el hecho de permanecer en vela, sino de lo que te enteras mientras el mundo duerme.

Bon voyage mon petit rêveur.